Maria Inocencia fue abogada y docente sin estudiar dos carreras. Con sus fallos y lecciones salvó la vida de familiares y vecinos del pueblo. Se enfrentó a los guerrilleros y paramilitares que, al querer sancionar a alguien, visitaban la sede de la Junta de Acción Comunal y le preguntaban si debían asesinar o perdonar al «culpable». «¿Con qué autoridad moral les voy a decir que maten a una persona? ¿Qué estaba haciendo ese muchacho para que lo quieran matar?”, les preguntaba María Inocencia. Sin toga y sin martillo, la campesina pronunció sentencias en contra de la muerte.
Con sus declaraciones salvó a más de uno. Quizás por eso su carácter es tan fuerte. No teme enfrentarse a quien vulnere sus derechos y su libertad.
Esta campesina del Cauca ha trabajado por más de 40 años en el área educativa. Es especialista en pedagogía y docente pensionada. Nació en Bolívar pero por motivos laborales se trasladó a El Tambo, ambos municipios caucanos. Allí, en la vereda de Ciprés Pueblo Nuevo, fue víctima de desplazamiento forzado.
Está acostumbrada a hablar y sentir esos pequeños los escalofríos que le corren por el cuerpo. Cuenta anécdotas crudas para retratar la situación de un territorio afectado por los actores armados y la indiferencia estatal. Sin ser consciente y por pura valentía, ha sido una juez que cree en la presunción de inocencia, la persuasión y el respeto a la vida.
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